Desde lo profundo del bosque #5 (cinco bandas norteamericanas en las que vale la pena perderse): Fleet Foxes – White Winter Hymnal (del álbum Fleet Foxes , de 2008)

Hay un tipo de bandas muy especial de bandas norteamericana que, en pleno siglo XXI, reinventan de formas muy particulares la tradición musical del folk del viejo continente. Son bandas fascinadas con el pasado, cultural y musical, como si hubieran pasado su existencia en lo profundo de un bosque, leyendo lejanos clásicos de la literatura del siglo XIX y escuchando viejas grabaciones en un fonógrafo… Anteriormente, The Decemberists, desde Oregon, Grizzly Bear desde Brooklyn, Midlake desde Denton, Texas, Shearwater desde Austin, Texas. Hoy, nuestro viaje de costa a costa, de Norte a Sur termina en Seattle, con…. Fleet Foxes.

En cierta manera, Fleet Foxes, originarios de Seattle, fue la banda fundamental para convertir el movimiento etiquetado como ‘indie folk’, o ‘alt-folk’, o ‘freak-folk’ en un fenómeno popular, apto para encabezar festivales y colarse en listas de ventas y de ‘top del año’. Lo lograron con su debut homónimo, de 2008. Fleet Foxes, el álbum, llegó altísimo en las listas en Estados Unidos y Gran Bretaña. Pero no solo eso, sino que entró con fuerza en las listas del top de ese año en revistas tan variadas como Q, Mojo, Pitchfork, Paste, Under the radar, Spin, incluso la no muy abierta a este tipo de propuestas Rolling Stone.

No dejaba de ser sorprendente que hablemos de una propuesta que funde formas musicales tradicionales y el rock alternativo, con una portada extraída de un cuadro holandés del siglo XVI y se encuentra llena de armonías vocales, sonidos viejos, añejos, eso sí, inteligentemente compactados en una inteligente elección de producción en manos de Phil Ek, con una larga trayectoria de bandas de rock alternativo como Built to spill, The Shins, Band of horses o incluso Mudhoney. Fleet Foxes, la banda, y por supuesto el álbum evoca una curiosa extrañeza, un sonido alejado en el tiempo y en el espacio, pero envuelto de una forma que a la vez es inequívocamente del siglo XXI, y a la vez, tremendamente honesta. La banda continuaría su trayecto creativo con tres álbumes elaborados cuidadosamente, Helplessness blues, de 2011, Crack-up, de 2017 (producido tras un parón de tres años) y, recientemente, Shore, en 2020. Todos ellos pueden escucharse en cuidadosa continuidad, ofreciendo nuevas capas, nuevos sonidos a la vez que ofrecen una amorosa evolución perfectamente reconocible.

Como muchas de estas y, sin duda, muchas otras bandas que han poblado esta miniserie, Fleet Foxes hace música desde el corazón, con tremenda atención y cuidado, con aquello que los anglosajones denominan ‘craftmanship’. Seguramente Fleet Foxes han sabido capitalizar mayor atención internacional y han mantenido, a pesar de sufrir también cambios en la formación alrededor de la presencia constante de su líder e ideólogo Robin Pecknold, una impresionante constancia.

Estos días, y sobre todo, en esos momentos nocturnos en los que es tan sano dejar ir un poco tras días intensos, me he dejado abrazar por el vinilo de Shore, uno de los picks de 2020. Hoy viajo algo más hacia el pasado, a ese mágico debut, con uno de sus temas más conocidos, un himno en toda regla, White Winter Hymnal, que me parece un perfecto resumen de esa sorpresiva explosión sonora como de otro tiempo, en un año importante, 2008, el año en que bandas como Vampire Weekend, TV on the radio, Foals o Elbow estaban forjando nuevos/ viejos caminos.

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